Eduardo Parra Ramírez
Conchita ocupó su lugar en el compartimiento. Comenzó a hojear un periódico. Disciplinadamente triste, como corresponde a una viuda de respeto, adoptó un gesto sombrío. Violador múltiple se fuga de la cárcel, leyó. Contempló la fotografía del delincuente y la perturbó la cicatriz en forma de guadaña que le atravesaba la cara. Decidió guardar el diario. Después de eso, dedicó varios minutos a preguntarse qué significaba exactamente un violador múltiple.
Minutos después el tren se detuvo para cambiar de vía, Conchita miró por la ventanilla y distinguió un enorme cartel que promovía una película de estreno. El slogan rezaba: Tu vida nunca será la misma. Le hizo gracia.
Aún sonreía Conchita cuando vio entrar a un hombre al compartimiento. Parecía devolverle la sonrisa con una mueca. En persona era más apuesto y la cicatriz en forma de guadaña le daba a su rostro una vitalidad definitivamente cautivadora.