Escuer y Bernal

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22 de agosto de 2009

EL RESCATE

Gilda Manso

Quería suicidarse, y por eso se paró al borde del precipicio. El mundo es injusto conmigo, se dijo a modo de excusa, sin pensar que absolutamente todo es injusto para alguien, y en medio de lo que sería su último llanto se gritó ¡Te odio!, como si se estuviera mirando en un espejo. Segundos después, ya con un pie en el aire, el eco le contestó ¡Te amo!, y él quedó suspendido entre la vida y la muerte, porque la duda se había desplegado como un puente. Con la garganta tapiada de lágrimas dio un paso atrás y luego otro y se fue a su casa acompañado por su instinto de supervivencia, que siempre tuvo la palabra justa.

7 de junio de 2009

ESTIRPE

Gilda Manso


Te asustó mi condición tricéfala, lo noté en tu expresión; creyéndote el cuento, sacaste la espada de la piedra y de un tajo limpio y experto me despojaste de una cabeza. Te preparaste para degollar la segunda y te sentiste perdido al ver que del hueco primero me crecían tres cabezas más. No hace falta ser un matemático para entender que no te convenía insistir en tu manía segadora. Yo quise serenarte, quise explicarte que jamás te haría daño, que cada una de mis cabezas piensa en vos noche y día con terquedad amorosa, pero no hubo forma: te quebraste en un llanto aterrado y corriste a refugiarte en los brazos y en la cabeza única de una mujer normal, cuyo árbol genealógico está libre de extravagantes animales mitológicos.