Escuer y Bernal

4 de julio de 2009

CABEZA HUECA

Ricardo Bernal


Tengo la cabeza hueca: las palabras me entran por un oído, revolotean distraídas por el interior de mi cráneo y salen por el otro oído. Decido visitar al viejo Ulises para pedirle consejo.


Enorme la casa. El mayordomo, un elegante cíclope bizco, me invita a pasar al salón. Al poco rato baja Ulises, barbón, bata azul. Le explico mi problema y me lleva a un pequeño estudio donde me da un frasco lleno de cera.

—No sé si sirva —dice—, nunca la he usado… Echada en la alfombra, una sirena gorda con tubos en la cabeza y la cara llena de lodo verde, come chocolates. Salgo de la casa de Ulises. Llueve.


Me pongo cera en un oído, las palabras entran por el otro, revolotean pero no salen. Empiezan a llenar mi cráneo, bajan por el brazo, llegan a los dedos: las escribo.