Escuer y Bernal

1 de junio de 2009

SONRISA AUSENTE

Libia Brenda


Su dentadura no era perfecta, pero como ella se lavaba los dientes con aplicación, no tenía mayores quejas. Sin embargo, el mal aliento persistía. A pesar del enjuague azul eléctrico, del cepillado matutino, después de comer y por la noche, no podía librarse de la sensación de halitosis, de la realidad de la halitosis. Evitó durante mucho tiempo besar a nadie.

Un miércoles soñó que se le caían los dientes, no todos, sólo algunos, y los que se desprendían estaban negros, como si se hubieran chamuscado. Se asustó. Recordaba haber paseado la lengua por la boca, en el sueño, y haber sentido primero los dientes flojos, luego, las encías sensibles, rosas y blandas. Le escribió a su astrólogo de cabecera “dicen que soñar que se te caen los dientes significa que alguien va a morir”. Él contestó tranquilizadoramente: “en realidad, según los astros, el cosmos y los arcanos, significa que viene un periodo de renovación en tu vida”. Casi se emocionó ante la perspectiva de un cambio.

Pero el astrólogo era ignorante de todo lo relativo a la odontología y la estomatología, por lo que impuso a sus palabras un dejo de misticismo y creyó, él mismo, que hablaba de cosas trascendentes: un viaje, una mudanza, quizás un nuevo amor. Se equivocaba, desde luego. A ella se le aposentó un virus maligno, se le cayeron varios dientes, el dentista le arrancó el resto y le puso una nueva, reluciente, durísima dentadura postiza.

Ella siguió lavándose la dentadura con aplicación, pero cada mañana y cada noche, al esparcir o eliminar el adhesivo con cuidado, maldecía meticulosamente al astrólogo de cabecera, a los arcanos, el cosmos y los astros, por haberle deparado semejante cambio en su vida. Su mal aliento desapareció, pero ahora sentía un perenne dejo a resistol, que le impedía besar a nadie.