Alberto Chimal
Las sirenas son los títeres de guante del Rey del Mar, que usa de teatrino las rocas de los arrecifes. Cuando los barcos chocan y naufragan, fascinados sus marinos por la belleza ilusoria —pero esto, claro, no hay quien viva para contarlo—, salta el escenario, caen las fundas de piel y pelo y las manos del Rey, enormes, con cien dedos cada una, salen del agua y toman los cuerpos. Para entonces ya surgió el resto de él, sus brazos, su torso, su cabeza, y ya está abierta la boca, que tiene mil filas de dientes de roca verdinegra.