Escuer y Bernal

15 de octubre de 2010

MADRUGADA

Eduardo Casar


Madrugar: descubrir sin maquillaje el rostro de los muebles, maldecir sus esquinas para siempre en los huesos, comprobarles el bosque, observar cómo el tiempo los cubre con un musgo de luz. Madrugar: invocar el aire de los viajes, el que provoca un frío pequeño y vertical sobre la espalda, los ojos irritados, el café que le abre paso en la garganta a las palabras antes de que se vuelvan irremediablemente adiós y buenos días. Invocar el aire de los viajes premeditadamente sabiendo que no existe el avión pero sí el aire… Se trata de volverse a dormir, pero ya con el aire…