Escuer y Bernal

2 de abril de 2010

GOURMET

Jorge Márquez


Cayó en mi lengua lasciva la última gota. Su dulce sabor a sal se olvidó en mi paladar como un mar evaporado. Traté de exprimir todavía más la jugosa carne, convertida en un manojo de secas tripas. Pero el rojinegro vino que por azar quedaba, ya se había convertido en quebradizas manchas oscuras. Arrojé a un lado el corazón vacío y reventé entre mis dientes un ojo que parecía llorar todavía.